tecuanes punto com. Blog de Evalenzo

Wednesday, May 04, 2005

Peluquerías.

Me paso el cepillo por el cabello, luego un peine, me embarro un poco más de gel en cada lado, me meto los mechones sobrantes detrás de las orejas, y luego decido que ha llegado la hora en que tendré que acudir hacerme una emparejada. Llego a las puertas de la peluquería, hay dos mujeres enfundadas en mandiles color azul oscuro, una de ellas tiene las manos extendidas sobre una mesita, la otra le pinta las uñas mientras pellizca un plato de frituras. ¿Me pueden cortar el cabello?, pregunto luego de agarrar valor. Sí, pásale siéntate, me dice la que tiene los dedos tiesos. Si quieres puedo regresar al rato, ya que se te hayan secado las uñas, le digo pensando ya mejor en el escape. Te lo va a cortar ella, me responde la del barniz fresco cabeceando hacia la que come gorditas de manteca. ¿Cómo lo quieres?, me pregunta la chica que además lleva un peinado experimental. Solamente quiero que me hagas un despunte porque me lo quiero dejar largo. Muy bien, dice, luego me ahorca con las jaretas del babero ahulado, baja la silla, levanta mi cabeza y manosea mi cabello hasta dejarme como Johnny Deep en el chico de las manos de tijera. A continuación, saca sus herramientas, me rocía con agua, y se pone a platicar. Como a pesar de todo el manoseo resulta tranquilizador decido cerrar los ojos y no preocuparme más. Cuando los vuelvo a abrir me sorprendo luciendo un corte a la mullet, de centímetro y medio de largo a los lados, con copete. Ya lo tenías largo, ¿eh? Me dice. Este relato anecdótico tiene la virtud de no situarse en un espacio temporal específico dentro de mi vida, sino en una circunstancia, la de querer dejarme el pelo largo. Y es que creo que dentro de las luchas históricas a favor de los derechos civiles, ha sido subestimado uno de los organismos represivos más despiadados, el de los peluqueros. Es por eso que desde hace algunos años he tomado la decisión de no vérmelas con ninguno de ellos, con el paso del tiempo he logrado dominar las técnicas básicas para despuntarme yo mismo el cabello. La cosa es en realidad muy sencilla, cuando un mechón parece fuera de lugar, agarra uno las tijeras y se lo corta.