tecuanes punto com. Blog de Evalenzo

Friday, February 01, 2008

Tamales

Hoy he acudido a una reunión social a la cual, anticipadamente había llegado mi mujer. Había bebidas alcohólicas, tamales y atole quemado. En algún momento los concurrentes más cercanos a nosotros empezaron a recordar “los tamales de hace un año”, se relataron con regocijo varias anécdotas que celebramos con carcajadas. Yo, que era la primera vez que veía a los presentes y que no había estado en la tamaliza anterior ni había entendido los chistes, pensé que estábamos festejando algún cumpleaños, como tenía un vaso de atole que pensaba tirar en el lavabo, le pregunté discretamente a mi mujer quién era el festejado. Ella me dijo que la reunión era con motivo de los muñequitos de la rosca de reyes. A riesgo de parecer un idiota que ilustra algo tan conocido en nuestra sociedad como los topes en las carreteras, comentaré que al final de la primera semana de enero las panaderías elaboran masivamente roscas que llevan, escondidos en su interior, varios muñequitos de plástico. Por esas fechas uno llega a su casa y se entera de que vendrá la familia a partir una rosca de reyes; abre la puerta de la oficina al día siguiente y en menos de tres segundos se aparece Lupita, para informar que el jefe ha organizado una rosca a las nueve en la sala de juntas; está uno buscando la caja de los alka seltzers cuando llega un mensaje al teléfono que dice: “Los invitamos a partir una rosca…” y así por el estilo. Lo relevante no es el hecho de que uno sea capaz de comer cinco kilos de rosca y tomarse seis litros de chocolate en tres días, porque eso es sólo la consecuencia de la temporada, el chiste está en descubrir a quiénes les han tocado los muñequitos de plástico, ya que según dicta la tradición, aquellos a los que se descubra (y vale la pena usar esta palabra) con un muñeco de plástico entre sus manos, deberán pagar el día dos de febrero, un bote de tamales para los otros, para los que demuestren tener su rebanada inmaculada. Esto llega a motivar verdaderas hazañas físicas como pasarse el muñeco sin masticar y apenas con un trago de chocolate, o masticarlo con los molares hasta que parezca chicle Trident, o bien actos de prestidigitación como desaparecer el muñeco de la propia boca y aparecerlo en la servilleta del vecino. Sin embargo estos prodigios se han convertido últimamente meros actos de exhibicionismo (una vez en la calle alguien saca de su bolsa el muñeco masticado y lo muestra), ya que el incremento en el número de roscas ha provocado una devaluación del muñeco debido al exceso de circulante, así que ya nadie se toma en serio eso de pagar el bote de tamales porque todos tendrían que comer más tamales que rebanadas de rosca de reyes. Sin embargo hoy como dije, fui a una reunión en donde no sólo se pagaron los tamales de la rosca de reyes, sino que se demostró que esta tradición puede ser recuperada y mantenerse año con año. La fiesta terminó pasada la media noche, que fue más o menos la hora en que la gente se empezó a retirar. Mi mujer y yo, que nos habíamos quedado acorralados en la cocina, tuvimos que platicar un rato más con los anfitriones, ahí nos percatamos de que el bote de tamales estaba casi lleno, nos ofrecieron platos y tenedores, pero igual que los demás mantuvimos nuestra decisión y nos fuimos porque ya se habían terminado las bebidas alcohólicas.