tecuanes punto com. Blog de Evalenzo

Thursday, February 10, 2005

Accidentes en Estado de Sobriedad.

Hoy hace ocho días que me rompí la cabeza. Después de doce impunes años de borracho me cai al salir de la ducha y le propiné un seco golpe de zona parietal a la división de cemento que hace correr la puerta. Cuando menos no me descalabré, pensé después de un primer tanteo cuando estaba todavía en el piso, pero nada más decir esto y el sabor escalofriante de la sangre se deslizó suavemente hasta las comisuras de mis labios. Me paré como un muñeco de resorte para hacerme una revisión exhaustiva en el espejo y pude ver una abertura en mi cráneo, de unos ocho centímetros más o menos. ¡Me carga la chingada! Me dije luego de pasar un buen rato absorto frente al espejo. Salí del baño lamentando los antibióticos que me impedirían disfrutar las terapéuticas cervezas de los fines de semana y dejando el peliculesco rastro. Me puse mi short grunge, una camisa y me iba limpiar la sangre cuando pensé: "no, si me limpio la sangre me van a tener tres horas esperando en el hospital", así que me puse las botas y ya iba de salida cuando reparé en que una cosa es romperse la cabeza y otra salir como un personaje de La Noche de los Muertos Vivientes, entonces agarré un peine y me empecé a alisar los cabellos. Mientras hacía esto recordé la peli de Terminator, y luego no sé por qué me sentí Robert de Niro en Taxi Driver "¿me hablas a mí? ¿ME HABLAS A MÍ?" y hasta me puse a representar la escena en una versión un poco más Gore frente a la luna de mi clóset, "¿ME HABLAS... A MÍ?" La suspendí cuando noté que mi hermana me miraba alarmada desde la puerta abierta.
Antes de entrar al acceso del pabellón de Urgencias decidí reavivarme, mediante una ligera manipulación del cuero cabelludo, una ligera hemorragia que diera un toque de vivacidad urgente a la herida, pero mi optimismo se desvaneció en la puerta misma de la sala de espera, cuando el guardia de seguridad me preguntó bostezando: ¿A qué viene? Vengo a visitar a un amigo, nomás que ya no me dio tiempo de pasar a comprar la pólvora para cauterizar la herida de mi cabeza, pensé decir. Pero ante la decidida apatía del guardia preferí señalarme la herida sangrante. Pensé que me diría algo así como: tome asiento ahí junto al señor del infarto, pero no dijo nada, se acomodó la gorra y desapareció tras las puertas oscilantes. Tuve la fortuna de que me atendiera un pasante, por lo que el trato fue bastante profesional. Ahora al menos tendré un pretexto tangible (cinco puntadas), para hacer alguna que otra tontería cuando me dé la gana.

0 Comments:

Post a Comment

<< Home