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Monday, January 18, 2016

Sobre la muerte de Lalo Tex.

Es muy triste la noticia de la muerte de Lalo Tex, no sólo para el alicaído rock nacional, sino para nuestra música en general. Lalo Tex es uno de esos personajes que resultan entrañables, por su talento y porque nunca levantó barreras entre su música y su público. El muñeco fue un poeta del pueblo, de la raza, un retratista de las penas de la cantina; de la soledad de las drogas en las banquetas; de los personajes peculiares de la vecindad; de la impotencia del desamor causado por no dar el nivel; de la frustración de no haber nacido gente bien. Un vocero de los outsiders del barrio, pero sin resentimientos ni reclamos lastimeros. No se trata aquí de mentar madres al sistema ¿para qué más mentadas a oídos tan acostumbrados y sordos?, tampoco se trata de hundirse en las penas, de inmolarse por el amor abandonado en medio de las botellas, como hizo José Alfredo, sino de reírse de sí mismo al borde del precipicio. Acompañante urbano de Rockdrigo González, pero desde algún ejido de Texcoco, Lalo Tex es quizás junto con Julio Haro y Chava Flores, uno de los músicos que mejor ha sabido manejar los hilos del humor y de la sátira, más aún: del autoescarnio. Burlarse de la propia imagen, de la propia fealdad, de la desgracia personal, de la pobreza que propició el abandono del ser amado, es un rasgo casi inaudito en el artista nacional acostumbrado al anhelo del Olimpo farandulero de las luces, el maquillaje y las cámaras; pero es también un deslinde, una declaración de principios: somos feos, pobres y abandonados, pero cábulas! Los cábulas entienden que no se trata de morir en el sentido estricto, sino de morirse sólo un poco, de sufrir riendo de uno mismo a falta de algo mejor, pero soltando una última broma como epitafio pasajero. Ya no quiero que regreses, ¡nomás quiero que me devuelvas el televisor! Es el reclamo del cábula abandonado. ¡Somos tan feos que resultamos guapos! ¡Somos los muñecos del rock! Que puede hacer uno como público sino subirse en ese mismo barco donde las penas con rock son menos. “No hacemos rock urbano, hacemos rock ejidal”, decían los muñecos en el programa de Paco Stanley. “Y en la compra del disco les vamos a regalar un elote”, les completó el conductor, que también sabía del humor. A veces rock, a veces ska, a veces reggae, a veces corrido, a veces blues, a veces un poco de todo, ese es el rock ejidal de Tex Tex. Todo interpretado por los tres elementos, a veces hermanos, a veces primos, con Lalo Tex cantando y tocando la guitarra con la solvencia de un Cerati poco reconocido por la pedantería de los rockstars mexicanos, de los hipstercillos tecnologizados y de los críticos atentos a las más nuevas y oscuras modas internacionales. Calada la tejana negra, con botas de tacón cubano y camisas a la última moda del tianguis de Chiconcuac, el atuendo de Lalo Tex se situaba más cerca de la música grupera que de Bo Diddley, las bromas a su parecido con José Guadalupe Esparza, celebradas en el escenario con alguna estrofa de Bronco, tampoco eran gratuitas, la imaginación del muñeco no escondía sus referencias. El carisma, igual que la belleza, está relacionado con la honestidad, los muñecos eran guapos por honestos, si el lugar del concierto era pequeño preferían esperar en una combi blanca que pasar a un camerino marginal, no usaban la sencillez como moneda de cambio, eran humildes porque lo demás era incómodo, estaban arriba tocando, pero abajo, uno se imaginaba conviviendo con ellos en un expendio de caguamas. Última trinchera de las penas callejeras, el rock urbano ha perdido a uno de sus más talentosos elementos, pero hay que insistir, no sólo el rock urbano, sino la música de este país. Ojalá que aquellos que no han escuchado su música se acerquen a ella, ojalá que el rock nacional a secas pueda recapacitar y recuperar algo de la magia del rock ejidal que nos dejaron los muñecos, ojalá la escena reconozca a Lalo Tex como lo reconocemos nosotros, los que bailamos, brincamos y gritamos sus canciones en estadios, bares, deportivos y auditorios. ¡Hasta siempre Lalo Tex!

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